Desde que amaneció sabía que iba a estar complicado escribir con eso de que tocó despertamos a las cinco de la mañana para llevar al Gusano a la escuela para treparlo al camión para su viaje a Nueva Orleans con la orquesta de la escuela, y bueno, la cosa es que nos despertamos un cachito más temprano de lo que necesitábamos porque hoy fue su cumpleaños, el número 18, así que AnaP y yo, dormidos, lagañosos y despeinados, le cantamos las mañanitas, lo abrazamos y le dimos su regalo que es una camiseta de futbol de las que ahora le ha dado por usar mucho, una del Ajax de Amsterdam que Mix me ayudó a escoger, pero total que allí afuera de la clase donde tocan, el Gusano ya estacionados allí en la escuela, agachó no una, sino dos veces su cabeza para que le plantara un par de besos en la choya, que eso es lo que hago cuando me ponen su cabeza enfrente: doy besos en la cabeza, aunque así nomás de repente, se acordó de lo grandote y viejo y maduro que ya está y mejor me dijo adiós y se salió del coche para mezclarse, en plena obscuridad, con la bola de chavos que ya andaban apilados esperando el camión, y mi hijo se perdió entre la bola, así que sin mucho que chismear me regresé a la casa a dormir, pero la verdad es que solo dormité porque tenía que irme temprano a las visitas de las casas donde anduve circulando toda la mañana, yendo a las casas para lo de la inspección anual del aire acondicionado, y la verdad todo bien excepto una en la que el jardín está echo un desastre, así que hice mi coraje respectivo, pero por suerte tuve toda la manejada de regreso para relajarme porque con eso de que me lleve la Tucson, pude escuchar el maravilloso libro que estoy leyendo desde el miércoles, The Maid, de Nita Prose, y la verdad, para cuando regresé a la casa ya cerca del mediodía, ya se me había olvidado lo de aquella casa con su jardín de pesadilla, pero no de que ya tenía hambre, así que decidimos irnos a comer un sushi a un lugar al que no íbamos hace mucho, bueno, vaya, no habíamos ido desde que fuimos con la mamá de Mariano, el chavo que jugaba dobles con Miki en la secundaria, y total que el sushi, aparte de que se tardaron años en traérnoslo, estaba bastante decente y a un precio razonable, cosa que nos sorprendió, y la verdad lo hubiéramos disfrutado más excepto que AnaP se tenía que ir porque había quedado de verse con Juan, el del aire acondicionado, en una casa donde el desagüe del aire andaba goteando en un tapete y estaba causando una humedad que en estas latitudes, en dos patadas, la humedad de repente se convierte en moho y luego estamos en un problema del tamaño de los zombies en la de The Last of Us, así que apenas y disfrutamos del sushi aunque le pedimos a la señorita que nos lo empaquetara, y AnaP se fue a la casa del problema y yo me vine caminando para acá, y mal por mí, porque bien que pude haber aprovechado esa hora y fracción o lo que haya sido que estuve solo para escribir, pero lo dediqué a tontear y terminar de ver This is Where I Leave You, que la había estando viendo en cachitos desde hace un par de semanas, así que para cuando salió el letrero de The End y decidí ponerme a escribir, me habló AnaP y me dijo que iba a irse a otra casa que estamos arreglando para vender, pero le dije que de ninguna manera se iba a ir ella sola, así que se regresó por mi, y nos fuimos a ver la casa ésta, que, aunque no está tan lejos, fue todo un viaje porque pues ya eran cerca de las cinco de la tarde que es la hora en la que todo este pueblo decide usar el coche para regresar a sus casas, y ya para cuando habíamos revisado todo lo que teníamos que revisar y emprendimos el regreso yo, la neta, ya estaba listo para dar las chanclas, excepto que AnaP invitó a Nina y a Michael a echarse un alguito acá a la casa, así que vinieron, se echaron un alguito aquí en la terraza aprovechando que los días se prestan para estar afuera porque ni el calor ni los mosquitos se han dejado caer, y luego, para cuando mi hermana y mi cuñado se fueron porque se iban a ir a cenar, nos metimos a ver la película de Los Fabelmans que desde hace rato le tenía sus ganitas, y a mi me pareció maravillosa, sobre todo la escena muda que no les platico para no echárselas a perder, pero esa escena me pareció tan dramática y buena y estresante como la de Saving Private Ryan, esa donde aterrizan los soldados aliados en la playa de Normandía y los hacen pinole, y bueno, ya terminada la película nos subimos quesque a ver el tenis, así que aquí estamos, Rosita echada en el sillón naranja, yo escribiendo en el amarillo y ambos de reojo viendo como AnaP, en el baño, hace 'ejercicios de estiramiento' que porque no hizo ejercicio hoy, aunque me pide que no la vea que porque se chivea, y ahora que ya terminó de estirarse y de untarse sus cremas, ya se echó en la cama para ver el tenis del torneo de Indian Wells, cosa que interrumpe cuando recibimos un telefonazo del Gusano quien nos marcó —porque le pedí que lo hiciera— solo para confirmarnos que se la está pasando bomba y básicamente decirnos que no tiene tiempo para hablarnos, y bueno, yo me quede aquí escribiendo en la obscuridad mientras AnaP se está quedando dormida viendo el tenis, y pues sí, por eso sabía que hoy iba a tener poco tiempo para escribir y que me iba a atrasar un día en postear mi blog del diario.
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