Llegamos de la CdMx a las diez de la mañana. El plan era desayunar, bañarnos y manejar a ver a los de Austin. Luego me acorde de que este fin de semana salía la cuarta película de John Wick, bautizada con mucha imaginación como John Wick IV. No se puede decir que sea fan de la serie: me dormí en la primera, me dormí en la segunda, me salté la tercera, y bueno aquí estábamos, enfrentándonos al estreno de la cuarta. Pero…
La cosa es que por alguna razón, Gusano tuvo la impresión que me gustaron las tres primeras, y desde hacía días me tenía reservado el domingo en la tarde para ver con él esta nueva entrega. Así que AnaP se fue a Austin a comer con sus dos mayores, a ver el tenis y con la ilusión de que le fueran a presentar a las novias (no sucedió) y yo me quedé acá a ver John Wick IV, sentado en las pringosas, grasosas y congeladas butacas de las salas de cine que nos queda acá cerca.
Y bueno, obvio, sucedió. Me quedé dormido. No habían pasado ni diez minutos que yo ya había cerrado los ojos y soñaba en dormir. La verdad es que nos despertamos a las cuatro y cacho de la mañana para treparnos al avión, o sea que que el quedarme dormido no fue la gran sorpresa. Me desperté ya entrado el film, con un par de personajes que Gusano me tuvo que explicar quienes eran, y acepto, desde el momento en que desperté, la película me gustó. No es un Art-house film, no esperen una película checoslovaca de 1974 en blanco y negro dirigida por un director con nombre impronunciable vestido de cuello de tortuga negro y que las cuatro palabras habladas en el film son traducida al danes, obvio que no, pero está divertida, tiene una coreografía impresionante, y hay varias escenas con visuales interesantes. Es entretenimiento. Es poner la mente en blanco y pasar el rato. Se vale.
Para quienes no se conozcan, la trama de la serie John Wick —interpretado por Keanu Reaves— es que él es un asesino que es buenísimo, pero así, buenísimo para matar. O sea, buenísimo. Si hay invasión de cucarachas, el las balacea, busca a los ancestros de las cucarachas y las extermina, no questions asked'. Aparte, parece que el buen John Wick no se muere ni aunque se le pare el corazón, aparte de que, o los malos son pésimos para disparar porque ni a quemarropa o él es muy bueno para esquivar balas y hachas y cuchillos y coches. Mucho me temo que exageran.
Hay un sitio en el internet que se dedica a contabilizar el número de fulanos a los que John Wick se echa al plato en cada película. Gusano lo googleo y nos enteramos de que en esta nueva peli son como ciento cuarenta fulanos a los que se descabecha. Es un take’ de las películas Kong Fu, de las de Jackie Chan contra ejércitos enteros, el hombre invencible. Seguro dirán pff’ cuando les diga, pero no hubo ni un momento en que yo le echara porras al malo. Bueno, quizá con el gordo de dientes dorados, pero solamente ese, sobretodo porque me pareció un muy 'buen' malo.
Salimos del cine y le dije a Gusano que lo invitaba al sushi que queda al lado, que es de esos que tienen una banda con los platos de sushi circulando, pero había un tiempo de espera de 24 minutos y él se tenía que ir a recoger a su amigo Steppon para ir a escalar, que es su nueva cosa, así que nos regresamos a la casa, se comió su humus y unos tacos de aguacate y se fue.
No sé cuantas películas he ido al cine a ver con Gusano. Es una de nuestras cosas, ir al cine. Me he dormido en muchas de las de Marvel, en muchas de las de DC Comics, aunque también hemos ido a ver películas mucho más complicadas y artsy. Parece no importarle a mi hijo, eso de tener al viejito dormido en la butaca de al lado.
Voy a extrañar mucho mis idas al cine con él. Mucho.
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