Lo peor que me puede suceder es que sea noviembre.
A un mes de Navidad, y tal como me ha pasado todos los últimos no-se-cuantos años, no tengo ni la más remota idea que es lo que le voy a regalar a AnaP.
Sí, sí, ya sé. Hay muchas parejas que “deciden” no darse regalos. Qué bueno, qué bonito, qué decente. Felicidades a ustedes. Qué lindos, de veras, qué tiernos, mucha suerte, que esperanza para el mundo es que son ustedes. Pero aquí no es así. No es nuestro caso. En “lo nuestro” la decisión se forjó desde ya hace mucho: habrá regalos. Cualquier modificación a la regla será interpretada como acto de guerra.
Está decisión, misma que tomamos en nuestra época de luna de miel, es decir, cuando no habían nacido ninguna de nuestras tres bendiciones, me tiene por lo menos dos veces al año pariendo chayotes tratando de averiguar que le puedo dar a mi esposa que no sea repetitivo, aburrido, que se vea que no lo compré la tarde antes en Banana Republic en plena desesperación, o que no resulte ser un sweater de esos que a leguas se note está tejido con la lana virgen de mi vil angustia.
Y vaya, no es como si desde el momento en que le di su regalo de cumpleaños a mediados de junio, no anduviera yo con la preocupación de que demonios darle en Navidad. Atravieso por una lista mental de ideas, sugerencias, artículos que veo anunciados en revistas, mismos que voy descartando por la razón que sea: muy amarillo; muy blah; muy año pasado -como si yo supiera que “es” lo de este año-; o, muy de esos regalos que de manera inevitable irán descendiendo de su sitio dentro del closet de mi mujer, hasta llegar al lugar reservado donde habitan “lo que vamos a regalar este año a los más necesitados”.
Pero la verdad, es que me encanta regalarle. Masoquismo será el mío, pero ese terror de no tener nada envuelto debajo del árbol, le da la voltereta el que abra lo que le terminé dando.
Así que entre otras cosas, éste es un llamado para que se proporcionen ideas, y de una vez les digo que olviden artículos para el hogar, de limpieza o de planchado, que según esto, no son de los favoritos en estas épocas del #metoo.
La verdad es que sería más fácil si yo fuera el presidente electo. ¿Quién fuera presidente electo para poder regalarle el puesto de presidenta del consejo honorario, y por ser quien es, las riendas de facto, del Consejo Asesor Honorario de la recién creada Coordinación de Memoria Histórica y Cultural de México a su esposa? La feliz esposa nos anuncio que “el consejo contribuirá a que las metas propuestas por la coordinación se cumplan” al aceptar el puesto.
De a de veras que darle el control de la Memoria Histórica de México a tu mujer, son de estas cosas que, a primera instancia, parecen tiernas, como regalarle un gatito (en nuestro caso, la gatita que traje a la casa llegó plagada de tiña, y me di cuenta de que “ronchas de hongos cutáneos mata ternura”) pero es un ejemplo más del poder absoluto que está acumulando nuestro alabado Mesías. Pero que lindura de hombre, dirían sus fans, dándole a su mujer el control de la “Memoria Histórica” de México con eso de que ella es historiadora, o sea, ya ni la mantequilla es tan buena con el pan. ¿Qué tiene de malo? preguntarían otros, o sea, no es como si el hombre con el poder absoluto en México estuviera militariz… bueno, ok, ok, no es como si todos sus deseos se conviertan en órdenes, o sea, mira nomás, su proyecto este del tren Maya, a voto lo esta sometie.., bueno, bueno, no es como que si cada vez que se cansará gansara fuera como si le regalara una casa blanca ni nada, solo le está regalando un proyecto para que la memoria histórica de México sea interpretada y controlada por Morena, caray, aquí no hay conflicto de intereses ni nada, o sea, no es como si nomás fueran a escribirla conforme les convenga ¿o sí?
Si ya de por sí el nombre Coordinación de Memoria Histórica y Cultural de México me resulta sacado de “1984”, la novela de George Orwell escrita en 1948 justo después de que los habitantes de más de un par de países europeos se enamoraron de lideres carismáticos y de su autoritarismo, el mero hecho de que Morena sea quien se auto designe para controlar la historia, me lleva directo al dogma de El Partido en el libro: “Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado.”
Oshh, ¿pero cómo crees que es lo mismo? me argumentarán esos mismos admiradores, aparte fíjate, hasta incluyó, para que tranquilices tus necedades capitalistas y neoliberales, al señor “Eslin", ya sabes, el de Telmex y de Telcel para que financie su comisión coordinadora para reescribi… perdón, para conservar la Memoria Histórica, y la neta ¿qué tanto puede saber el señor Eslin de monopolios y eso?
Y la verdad, no sé. No sé que tanto daño pueda hacer que un partido que controla el presente, ahora también quiera controlar el pasado, agregando que el partido cuenta con el poder absoluto y que tiene un líder carismático y bueno, a estas alturas, ¿ya para qué negarlo?, bastante autócrata. Habrá que ver qué escriben sobre el éxito rotundo e indiscutible de La Cuarta Transformación los libros de Ciencias Sociales de quinto año de primaria del próximo semestre.
Chance sería más mejor que el señor Mesías le regalase una plancha -con todo y un burro para el planchado- a su mujer, aprovechando las gangas de lo del Buen Fin.