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Writer's pictureMiguel Esteva Wurts

El año es el 2032 …


República Transformada

Escribo a las dos de la madrugada, aquí, en pleno Parque Hundido. La lluvia, que no me dejaba dormir, se ha disipado y me traje mi lap al parque. Vine sola porque mi novio no quiso acompañarme. Son vacaciones y un par de niñas, de como diez años, siguen en los columpios, sus mamás platicando sin que se les vean ansias por irse, supongo disfrutando de los diez años que les da su permiso de maternidad. Unos chavos juegan fútbol en la cancha cerrada, pero aparte de ellos, no hay mucha gente. Escribo porque quiero transmitir esa felicidad de poder hacerlo, de haber recuperado ese México del que platicaban mis abuelos, de poder salir a las dos de la madrugada, el único peligro siendo el que regrese la lluvia.

Las elecciones del 2030 demostraron nuevamente, la capacidad del país de reelegirse, reeducarse, reinventarse y seguir creciendo. La coalición Morena-PES ha sido derrotada por el la coalición de “¡Sigamos avanzando, México!”, auto catalogados “de centro”, aunque en realidad, por el buen actuar de Morena que ahora sale del poder, su agenda solo tenderá a regresar al país un poco más al mercado global, sabiendo que su función como gobierno de este país que marcha viento en popa será administrativa, cual si fuera gobierno escandinavo de antaño. Aquellos problemas de las elecciones del 2018, la pobreza, la violencia, el narcotráfico, la corrupción y el abuso de derechos humanos, ya solo existen en los libros de historia.

El primer gobierno de Morena, encabezado por AMLO, fue en todo sentido, un éxito. Los programas rurales, el plan de austeridad gubernamental, el apoyo en las ciudades, la eliminación de la corrupción, la reforma moral, la visión educativa: todo el cambio constituyo, lo que las publicaciones internacionales bien llamaron, “El Milagro Mexicano”. Aun a pesar de que la exhortación a la autosuficiencia solo aplicó a la alimentación, y eso solo parcial -después de todo, había que importar artículos como el bacalao noruego, o el salmón canadiense- en su mayor parte se logró el propósito de regresar la fuerza, el ímpetu y la imaginación al campo mexicano. Varios de nosotros cumplimos felices un año de servicio social trabajando en el campo, habiendo amigos quienes se quedaron trabajando la tierra.

Me encanta que en mi país no hay ni calles, ni colonias, ni pueblos pueblos perdidos en la sierra, que lleven el nombre de quien fuera, y sigue siendo, un ejemplo en la transformación moral. Así lo pidió él, y desde el momento en que Trump le compró el avión presidencial, la corrupción, así como por arte de ejemplo, empezó a desaparecer de nuestra vida diaria. Los policías empezaron a portar con orgullo su uniforme, y dejaron de “arreglarse” con la gente. Menos hacían tranzas los de la ventanilla cuatro, “si sus papeles no están en orden, aquí no los podemos atender, pero usted venga mañana” nos decían sin siquiera voltear a ver nuestras carteras. Los grandes empresarios, al ver aquella transformación tan rotunda en el gobierno, enfocaron sus esfuerzos al bienestar de sus trabajadores, subiendo sueldos y recortando horarios, para que los trabajadores pudieran vivir de una manera digna y honesta.

Los narcos, al ver como sus cabecillas llegaban a acuerdos y a arreglos con un gobierno incorruptible, empezaron a entregar sus AK-47, metralletas que a su vez, eran fundidas en piras enormes, junto a las amapolas que los campesinos entregaron a las autoridades a cambio de semillas de maíz y de calabaza. Con el perdón presidencial, los antes narcos se reintegraron a la sociedad, muchos dedicados ahora a la vida eclesiástica.

La educación, encabezada por Elba Esther, quien no nada más renunció al maquillaje si no que dejó a un lado el caciquismo, se transformó. Como lo sucedido en Corea, nuestra educación dejó de estar clasificada como la número 123 en el mundo, y subió a ser la número 3, solo debajo de la coreana y la japonesa. Esta transformación educativa fue la que permitió el que México ahora sea una potencia en temas de investigación en inteligencia artificial, exploración intergaláctica y energía sustentable. Mi amigo, El Porras, estará a bordo del Quetzalcoatl XII, próximo a explorar Marte.

Para las elecciones del 2024, las que tanta gente temía fueran “truqueadas a través de plebiscitos” para mantener a Morena (y a él) en el poder, fueron otro ejemplo de esa gran transformación moral. Él se retiró, como lo había prometido, a su rancho, a cuidar de sus gallinas y a despegarse de la vida política del país. Solo lo vemos durante la Serie Mundial, cada octubre, feliz, sonriendo, un hombre satisfecho con su trabajo, él que no nos falló, y nos reitera que ha perdido contacto con el mundo mundano y que su vida ahora la dedica a su parcela y a la búsqueda de esas consonantes extraviadas al final de sus palabras.

 

El Octavo Plan Sexenal de Transformación Social, Económica y Moral para la Prosperidad y el Progreso de la República Amorosa de los Estados Unidos para el Respeto y la Igualdad de México

Escribo esto hundido, escondido. Garrapateo con un medio lápiz que encontré, en lo que fue una servilleta que destruiré y dejaré que se la lleve el viento y se confunda con el resto de la basura que inunda la calle y que a nadie le importa el recoger. Excepto por las colas para comprar el pan de plátano, veo poca gente en las calles: ya empieza a oscurecer y en unos momentos las calles ya no serán nuestras. Para acabarla de amolar, sigue lloviznando.

Es viernes de discurso, por lo que no hay manera de evitar la voz del Tlatoani, nuestro Gran Transformador. Está en todas partes: celulares, en las televisiones de los restaurantes, en los megáfonos de las escuelas, hasta en las alarmas antisísmicas. Como sucede desde hace tiempo, las pantallas muestran solo su rostro. A su lado siempre está siempre vigilante la Gran Transformadora, su esposa, quien empezó a aparecer cada vez más seguido después del septuagésimo quinto aniversario de nuestro Tlatoani. Aunque sabemos que no hay obligación legal de ver o escuchar sus discursos, para poder desbloquear el celular a la mañana siguiente hay que contestar preguntas con respecto a lo dicho, preguntas que el gobierno federal envía de manera aleatoria a los civiles, para que no haya, como dicen, “chanchullos” entre los “pirrurris”.

Al finalizar el discurso, los restaurantes en Polanco se atascaran. Los valets estacionarán los Ferraris y los Lambos propiedad de Los AMLOTransformadores, esos quienes han apoyado al Gobierno Transformista en todas sus acciones desde ese primer plebiscito. Esos autos, nos recuerda el Gran Transformador, son “el fruto del pueblo, para el pueblo, nosotros solo somos meros guardianes de ellos”.

Después de su discurso, mediante el cual nos informó del Octavo Plan Sexenal, nuestro Gran Transformador, anunció que se irá en el avión presidencial, ese que se quedó estacionado en el hangar presidencial hasta que nos informó ”mejor volando que chatarra”, a lo que será, Dios mediante, nuestra siguiente capital: Acapulco. Nos aseguró que la vida le sienta mejor a nivel del mar, siguiendo los pasos de ese otro visionario, Don Fidel Castro, de quien develaran una estatua este fin de semana en el parque de enfrente de la casa.

Como acostumbra en pleno vuelo, El Gran Transformador, pedirá sobrevolar sobre la décima refinería que se construye en su mandato. Por fortuna y para hacer uso de tanta gasolina, tuvo la visión de construir un coche, cien por ciento mexicano, de motor de combustión interna: “nuestros Bochos” nos recuerda con cariño paternal, “los únicos de su tipo que siguen rodando en el mundo, un verdadero coche del pueblo”. Aunque los coches importados todos son eléctricos, sus precios son inaccesibles por aquello de los aranceles.

La autosuficiencia alimentaria ha sido un éxito, sobretodo a quienes les gusta comer con plátano. Los chefs, esos que ayudaron a poner a México en el mapa en “los años corruptos” con sus restaurantes “burgueses”, ahora trabajan bajo toldos callejeros, teniendo que reinventar sus menús con base en este producto tan Tabasqueño que invadió al campo nacional. Los tacos de plátano en hoja de plátano y bañados con salsa de plátano, han reemplazado a los tacos al pastor como la comida callejera por excelencia en Ciudad AMLO (antes Ciudad de México, antes DF.)

Aunque todos admiramos la lucidez de su mente, El Gran Transformador (#LordOptimusPrime) nos prepara para su inevitable sucesión. Decide, junto con nuestra Gran Transformadora, cual de los Delfines será el designado a guiarnos una vez que suceda lo inevitable. A pesar de su mirada aquilina, ella siempre luce elegante con vestidos de diseñadores franceses, de esos que “pertenecen al pueblo”.

Después de la debacle que fue el Mundial del 2018, año en que nuestro Tlatoani asumió el liderazgo “vitalicio de por vida”, el fútbol empezó a desvanecerse de nuestros domingos. Así, en vez de ver partidos mediocres en el Azteca, disfrutamos de ver como pega jonrones nuestro iluminado redentor. A fuerza de poder jugar un partido en su contra, el béisbol se ha convertido en la nueva pasión nacional.

Unos niños me acaban de ver escribiendo, y aunque sé que no saben leer, “nuestro pueblo, ese México profundo, debe serle fiel a su cultura oral”, prefiero destruir este papelito, antes de que me acusen ante los de las Fuerzas de Seguridad Social (F-SS), encabezadas por el incansable Manuel Bartlett, indestructible a sus casi cien años de edad, y a quien, según los libros de historia por él aprobados, no se le cae ningún sistema. Aparte, en lo escrito he incluido las consonantes al final de mis palabras, un delito desdeñable, esas consonantes abolidas por considerarse un “gasto innecesario” por nuestro Gran Transformado’.

 


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