Ayer en la noche estábamos en casa de unos amigos cuando las mujeres del grupo, arropadas y apoyadas por el pacharán o la crema de orujo o lo que sea que haya sido el digestivo que se decidieron beber como navideños peces en el rio, de repente se sintieron la de Amor 95.3 de la CdMx, la estación de solo música romántica, y terminaron poniendo la de te amaré te amaré de Miguel Bosé, esa canción que nomás con escribirla sé que se me quedarán pegadas esas dos míseras palabras y la tonadita toda la semana si no es que las seguiré tarareando hasta que estire la pata, sabiendo bien que en cualquier fiesta, reunión o convivio social, una vez que ponen la de te amare te amaré, entiendes que ya es hora de que la cosa está por terminarse y habrá que emprender el camino de regreso a casa, así que vislumbras que para cuando te subas al coche, tendrás que dedicar una pequeña plegaria rogándole a los dioses de las patrullas nocturnas el que los polis de las patrullas nocturnas no te pesquen porque hace como cuatro horas, mucho antes de que la de te amaré te amaré empezara a atornillarse sin remedio en un tu subconsciente, te tomaste un buen de tequila blanco que te sirvieron en un vaso de tamaño ‘no tequilero’ y que te lo bebiste como si fueras —otra vez— el mentado pez navideño del rio, y que el tequila lo seguiste, ¿por que no? con una, ¿chance dos?, copita(s) de vino blanco del que nos encargaron llevar a la cena como nuestra única aportación para acompañar el ceviche que había preparado el chef y que la verdad estaba bárbaro (el ceviche), y que a pesar de que para aminorar los efectos del tequila y del vino blanco que tampoco no eran tantos pero mejor esconderlos porque acá el alcolímetro no es de una noche bajando los alcoholes en el Torito sino que de varios días participando como el esclavo sexual de un pelado de metro noventa y dos, trescientos kilos, pelos esporádicos en la espalda y tatuajes de sus posiciones favoritas que se llama Bubba o BillyBob o Sam, así que mejor bebí no sé cuantos vasos de agua, y al final, cuando ofrecieron café, pues pedí uno, porque, 1. se me antojaba un café, 2. hay que alebrestar a los trigliceridos de vez en cuando para que no se sientan abandonados y luego tengan severos remordimientos y regresen cual Arnold Schwarzenegger con sed de venganza, y 3. porque me había despertado a las seis de la mañana y ya para las once de la noche o la hora que fuera cuando pusieron la de te amare te amare, ya se me estaban cerrando los ojos de manera inevitable y pues necesitaba un poco de cafeína para aquello de que mi conversación se mantuviera amena y chispita, pero la bronca fue que una vez ya acostado en la cama, ya para cuando habíamos terminado de transitar por un rio de canciones tipo de la de te amaré te amaré y luego por la cumbia de Sweet Child of Mine, me anduve acordando de la maldita cafeína, meneándome a un lado de AnaP quien suspiraba dormida, yo bien despierto ya hasta mucho después de que se había acabado el partido de tenis entre Iga y la Raducanu que era el que quería ver AnaP y del que vio nada, así que decidí, ¿por qué no? ver una película que de antemano sabía que iba a estar cursi y melosa porque ya había leído el libro y visto la película sueca original, aparte de que esta nueva versión gringa de la película está, como dicen, esteralizada por Tom Hanks, quien a últimas fechas parece salir en todas las películas cursis y melosas, y bueno, pues sí, justo la película trata de este tipo de gringo que acá ensalzan que es el ‘safe-made man’, ese que sin contactos, sin familia y solo apoyado por el amor de su esposa, un buen vecino y unas llaves Allen, logra llevar una vida digna y satisfactoria y plena y comprarse su Chevrolet de agencia cada x años como si eso fuera el maldito sueño americano que nos han vendido caro, pero total que vi toda la mentada película y admito que se me atoró el moco en la garganta en todos los lugares que estaba programada la película para atorar mocos en las gargantas, y sí, el personaje me hizo sentir como chícharo extraviado en el caldo de frijol, porque es el típico cuate que todo lo hace él solo, desde construir una cuna que se mece perfecto, hasta arreglar coches, bicicletas y lo que se vaya ofreciendo, todo con su pericia y las malditas llaves Allen, mismas que, dicho sea de paso, acá en la casa las tengo perdidas, y bueno, ver tanta astucia aunque sea en un personaje ficticio me hace recordar que de verme forzado a construir una cuna para bebé estoy seguro de que la criaturita terminaría durmiendo su vida entera en el piso cual monje franciscano, pero total que mi torpeza quedó acentuada todavía más el día de hoy porque vino el eléctrico acá a la casa a cambiar lo que básicamente son tres focos, que yo, de tener nomás la más mínima habilidad, debería haber hecho, pero la verdad es que como que nomás no estoy hecho para eso de las manualidades, para nada, aparte de que, como dije, no sé donde andan metidas nuestras malditas llaves Allen.
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